martes, 11 de octubre de 2011

COMO DE OTRO MUNDO

  Casi llegas a casa, te faltan más o menos 30 metros para llegar a la puerta. Sin detenerte sacas de tu bolsillo el reloj que te ha regalado tu madre. Lo abres y ves en su cara superior la diminuta foto de tu familia, en una milésima de segundo, casi sin darte cuenta, sonríes levemente sin dejar que tus dientes se vean, miras la cara inferior del reloj, son las 9:39pm y estás a punto de tocar la puerta de tu casa. En tu interior hay un poco de angustia porque papá dijo que debías llegar a las 9:30. Son las 9:40 y finalmente has llegado a casa. Le das tres golpes suaves a la puerta, no necesitas más porque siempre tocas la puerta de la misma manera y mamá sabe que eres tú. Tu respiración está alterada porque venías corriendo, no te sientes bien, nunca habías llegado tarde a casa. Tres minutos después te sorprendes al notar que nadie te ha abierto la puerta, frunces el ceño y vuelves a tocar. Esta vez los golpes son un poco más fuertes. Esperas nuevamente tres minutos pero todo sigue igual. Ya son más de 6 minutos los que llevas parado en la puerta de tu casa sin que nadie se haya percatado de tu llegada. Eres una persona paciente aunque esta situación te incomoda. Tocas la puerta por tercera vez y mientras esperas diriges la mirada al interior de tu bolso para sacar un libro de cuentos que te ha regalado una persona muy importante para ti. Pretendes leer uno de ellos pero cuando vas a sacar el libro, ves en tu bolso unas llaves muy parecidas a las de papá, esas que no permite que alguien coja.

Piensas que debe haber alguna razón por la que estén allí pero no te detienes en encontrarla. Inmediatamente como es lógico, intentas abrir la puerta con ellas ya que llevas casi 10 minutos parado frente a tu casa. Abres la puerta y bajas las dos escalas anchas y bajas que están inmediatamente después de la puerta. Miras a tu alrededor con cara de preocupación ya que en la sala sólo están esos muebles rojos que parecían hermosos cuando todos estaban allí reunidos pero que en este instante se ven tan fríos. Te detienes al lado del más grande y aunque por lo general no gritas, llamas a mamá con un poco de angustia fácil de percibir en tu voz, Nadie contesta. Continúas caminando en el interior de tu casa, aun con la esperanza de encontrar alguien allí. Te diriges a la cocina buscando principalmente a mamá. Por lo general está en ese lugar cuando llegas, esperándote con una deliciosa cena y lo mejor, con una gran sonrisa en sus labios. Siempre te pregunta cómo te fue y busca tener contigo una amena aunque corta conversación antes de que empieces a cenar.

Llegas a la cocina y por fin vez a alguien, pero no es mamá, es una mujer de cara absolutamente inexpresiva, no te atreves a hablarle. Ella, gira por un segundo al darse cuenta que llegaste, te sirve la cena y se retira. La observas y ves que se dirige al cuarto grande en el que se quedan los primos cuando llegan a pasar vacaciones con tu familia. Todo te parece extraño, irreal. Miras la cena, parece deliciosa pero no tienes hambre, sin embargo la comes porque papá y mamá te han enseñado a no dejar la comida servida. Te demoras más de tu tiempo normal. Cuando terminas la cena, recoges el plato como de costumbre y lo lavas. Detrás de ti ves a aquella mujer rara haciendo una cara de sorpresa desagradable y cuando te sientes con la valentía de preguntarle algo, ella de nuevo gira y se va al cuarto del que piensas, se ha apoderado. Ya son las 10:45pm, han pasado alrededor de 55 minutos desde que lograste entrar a casa y ni tus padres ni tus hermanas dan señales de vida. Sigues caminando dentro de tu casa con la intención ahora de encontrar a tu hermana menor. Manuela, esa pequeña a la que parece, le está dando dificultad pasar de ser niña a ser adolescente pero que a pesar de sus cosas extrañas que dice a veces, su repentino cambio de vestir y su personalidad un poco indefinida, quieres con el alma.

Te diriges a su cuarto, supones que está dormida pero en esta extraña situación quieres asegurarte de que al menos esté allí. Los 5 cuartos de tu casa están un poco más allá de la cocina. El de Manuela está de segundo, en medio del de tus padres y el tuyo. Cuando nació la ubicaron ahí para que se sintiera protegida y aunque quiera aparentar que no necesita esa protección, en el fondo se puede notar que aún le encanta ser la niña de los ojos de papá y un poco la tuya aunque no seas mucho mayor que ella. Por eso la quieres tanto, porque sus ojos todavía brillan con esos abrazos fuertes de sus hermanos y de sus padres.

Bien, haz llegado al cuarto de Manuela. La puerta parece estar cerrada pero cuando te recuestas un poco en ella, se abre. Son las 10:49 y aunque a esa hora tu hermanita estaría dormida, la encuentras en su cama, frente a un aparato algo extraño. Se parece un poco a los computadores que has visto por televisión pero este es mucho más pequeño, parece ser de una sola pieza, además es negro. Todo parece aún más extraño. El miedo te ha invadido y no quieres preguntarle a Manuela cómo se llama su nuevo aparato con el que parece jugar. Sin embargo te angustia muchísimo no saber nada de tus padres y decides preguntarle por ellos. A lo cual tu hermanita responde: “¿No sabías?, papá se fue a un viaje de negocios, tardará dos semanas en volver según le escuché a mamá. Ella está dormida hace mucho rato, debe ser que llegó cansada de la reunión. Ah, y Ángela no ha llegado, supongo que no amanecerá hoy acá.” 

Todo para ti se hace muchísimo más confuso que al inicio y empeora cuando tu hermanita termina diciendo: “Sebas, sal de mi cuarto y cierras la puerta. Adiós.” Son las 10:54pm, te vas a tu cuarto sin entender nada de lo que ha pasado desde que llegaste a casa. Entras a tu cuarto sin prender alguna luz, reconoces el lugar de tu cama y te acuestas. El miedo, la incertidumbre, la angustia, la tristeza que se ha generado en estos largos 74 minutos no te deja dormir inmediatamente. Piensas en lo inconcebible que has visto y escuchado. “Mamá nunca se duerme antes de yo llegar, siempre me espera”, “¿De qué reunión hablaba Manuela?”, “Papá jamás se iría a un viaje de dos semanas teniendo en cuenta que en tres días Ángela se gradúa del colegio”, “Ángela nunca amanece fuera de casa”, “Por más cambiante que esté Manuela, no me hablaría en ese tono autoritario y sin mirarme a los ojos”, “¿Quién es esa mujer que mas parece un robot, que me entregó la cena?”, “¿Qué es el nuevo juguete de mi hermanita?”. 

Ya son las 11:30pm y exhausto por no encontrarle respuestas a todas tus preguntas, decides no pensar más en ello. Cierras los ojos y recuerdas el nacimiento de Manuela, el cumpleaños número 15 de Ángela, los juegos de trompo con tus amigos pocos años atrás, entre otros momentos felices. Rápidamente te quedas dormido. Cuando vuelves a abrir los ojos, no sabes cuánto tiempo ha pasado, sólo te das cuenta de que mamá está a tu lado diciéndote que te levantes porque se te hará tarde para ir al colegio y papá está en la mesa del comedor reprochándote en voz un poco más alta de su volumen normal que hoy no alcanzarás a desayunar con la familia. Mientras te diriges velozmente hacia el baño ubicado al final de la casa, iniciando el patio, recuerdas ese sueño que parecía tan real y agradeces a Dios por estar de nuevo en casa. Te ríes un poco pensando que ningún ser humano soportaría una vida como la de ese extraño sueño.

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